Hace algunas semanas esta profesional recibió su título de Ingeniera Civil Matemática y Computacional, el cual está a cargo del Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional (IMC). Su interés en las matemáticas y la ciencia partió en el colegio, pero fue en la UC donde se dio cuenta del amplio potencial interdisciplinario de la carrera. Además, un intercambio de experiencias con referentes femeninos en el área la impulsó a seguir el rumbo académico que hoy la tiene instalada en una startup nacional, donde aplica sus conocimientos para ayudar a las empresas a definir cuánto y dónde invertir en marketing de la forma más eficiente posible.
María Ignacia Sánchez (25) aún recuerda el día en que se dio cuenta del enorme potencial interdisciplinario de la ingeniería matemática. Fue durante un seminario, cuando se presentó una investigadora que se dedicaba al estudio de las ballenas mediante el análisis de sonidos y otros parámetros. Ante su audiencia, la experta dijo que estaría feliz de recibir practicantes de las áreas de ingeniería eléctrica y matemática que la ayudaran con su trabajo. “Para mí, ese momento fue súper fuerte porque, además, las ballenas son mis animales favoritos. Pensé ‘Oh, qué fuerte que gracias a esta carrera podría incluso terminar trabajando con ballenas’, algo que en un principio suena como totalmente ajeno al área”, cuenta. Hasta ese momento, agrega, “pensaba que los ingenieros matemáticos llegaban sólo a los bancos. Hoy sé que eso no es así, porque si buscas te terminas encontrando con un área laboral muy diversa y con desafíos que no te imaginas".
Hace unas semanas, María Ignacia recibió el título de Ingeniera Civil Matemática y Computacional, el cual está a cargo del Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional de la UC (IMC). Actualmente, trabaja en la startup nacional NoiseGrasp, creada en 2014 y cuyo propósito es ayudar a las empresas a definir cuánto y dónde invertir en marketing de la forma más eficiente posible. Pero la ruta de esta profesional hacia el mundo de las matemáticas partió hace años, cuando estudiaba en el Colegio Carampangue de Talagante.
“En realidad, a mí siempre me gustaron las matemáticas, así que escogí la carrera pensando un poco en eso. Es un clásico que, al elegir una carrera, lo primero que una piensa es qué te gusta y qué es lo que más se le parece. Dentro de eso, una de las opciones era ingeniería. Además, también me interesaba bastante la ciencia, por lo que sentí que era una opción que me podía gustar. Por suerte tuve razón y le achunté a la carrera, porque durante el primer año hay ramos muy demandantes de matemática, química y física, que si no te gusta estudiarlos resultan muy difíciles de aprobar”, indica María Ignacia. Ella recuerda que, incluso, en un comienzo la ingeniería matemática no estaba en su radar profesional y que su intención inicial era seguir alguna especialidad ligada al diseño y la innovación: “Encontraba emocionante la idea de crear algo que prendiera y hacer algo así como una startup, pero gracias a los ramos de primer año me di cuenta que ese tipo de cosas no me gustaban tanto. De a poco empecé a orientarme más en lo que me interesa”.
Entonces, se le presentó otra instancia que la ayudó a definir aún más su rumbo: una de las Ferias de Majors que se realizan en la UC, las cuales tienen por objetivo generar un espacio informativo respecto de los diversos programas de majors y minors que pueden cursar los estudiantes durante su Licenciatura en Ciencias de la Ingeniería. “Tenía que escoger porque ya había descartado mi opción inicial y debía definir qué quería. Esa feria me sirvió harto; recuerdo haberme acercado al stand de ingeniería matemática a explorar un poco y había una alumna que hoy ya egresó y está haciendo un doctorado en el extranjero”.
La conversación que tuvieron ambas fue clave, porque le permitió a María Ignacia superar una de las barreras que suele frenar la integración de más mujeres en el área de las STEM (sigla en inglés con la que se conoce a las disciplinas ligadas a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas). Se trata de la falta de referentes y de presencia femenina en el área: de hecho, la cantidad de mujeres graduadas como licenciadas en ingeniería pertenecientes a los países de la OCDE –incluido Chile– es menor que el promedio mundial: mientras a nivel global las mujeres representan el 28% de los licenciados en ingeniería, en Francia esa cifra llega a 26.1%, en Estados Unidos el número alcanza el 20.4%, en Chile totaliza 17% y en Japón es de apenas un 14%.
“Me acuerdo que en algún momento sentí que la ingeniería matemática estaba demasiado lejos de mi alcance. No era que no me gustara, sino que pensaba que quizás no iba a ser capaz, que no me la iba a poder. Es una reacción que suele darse en muchas mujeres en esta área; como que nos bajamos un poco de nivel cuando la realidad es que somos perfectamente capaces”, señala María Ignacia Sánchez. Precisamente, hablar con esa estudiante en la Feria de Majors fue clave para superar esa valla: “Pude decirme a mí misma ‘Bacán, aquí hay una mujer que en el fondo se parece a mí”.
Al contarle su experiencia, esa alumna contribuyó a que María Ignacia se diera cuenta de que quizás la carrera no era tan inalcanzable como ella creía. “También estaba la Javiera Riffo, a quien yo le preguntaba cosas como ‘Oye, ¿Y el ramo de análisis lineal es muy difícil?’ y ella me decía ‘Bueno, sí, es difícil pero si uno se pone a estudiar lo saca’”. Ese relato cercano y de primera mano de la especialidad le ayudó para motivarse y seguir adelante: “Quería hacer algo que al mismo tiempo fuera entretenido y desafiante. Por eso escogí la especialidad y me terminó gustando bastante, porque me quedé y de hecho no sólo hice el Major de Ingeniería Matemática, sino que también el Minor y después el título”.
El factor representación
Hoy María Ignacia Sánchez cree que esa sensación de no ser capaz de enfrentar la complejidad de la carrera nació, precisamente, de la falta de referentes. “A mí nunca me dijeron ‘tú no te la puedes’. Mi colegio no era para nada machista. De hecho, era mixto y tenía una mentalidad muy igualitaria. Lo que sí ocurre es que quizás uno no ve muchas mujeres como referentes de lo que podría llegar a lograr en la ingeniería matemática. Cuando una es chica, no tiene cómo saber si a una le va ir bien o no en algo; saber que hay alguien que es muy parecida a ti, que lo logró, te da seguridad de que igual tú te la puedes”, indica.
Precisamente, la complejidad de la carrera terminó convirtiéndose en un desafío atractivo para María Ignacia. “No quería que se me hiciera fácil, porque me aburren las cosas sencillas. Esa fue parte de mi motivación. Muchos suelen decir que es una carrera complicada, pero también es interesante y se aprende harto. En general, a mí me gusta aprender. Después de un par de experiencias en investigación, me di cuenta que tal vez eso no era lo mío. Sentí que podía aprender mucho más en el mundo laboral poniendo en práctica lo que ya sabía”.
María Ignacia Sánchez.
Luego de desempeñarse en un lugar que se centraba más en proyectos de software, hoy ella tiene claro que lo suyo es la matemática aplicada: “En mi trabajo anterior, como que ocupaba lo aprendido en dos ramos de la carrera, mientras que ahora estoy usando lo que incorporé en 12 o 15 ramos. Más que decir que me gustan las cosas matemáticas muy específicas, lo que me fascina es tomar un problema grande y resolverlo usando herramientas matemáticas y computacionales”.
Precisamente, esa es su labor en NoiseGrasp, startup donde trabaja junto a varios ingenieros de otras universidades. “En términos matemáticos, lo que resuelve básicamente la empresa es un gran problema de optimización que tienen las áreas de marketing de las grandes compañías, donde hay un montón de plata para invertir pero no existe claridad sobre qué tanto impacto les va a generar gastar más dinero en publicidad en televisión o tomar esos mismos fondos e invertirlos, por ejemplo, en redes sociales”, explica María Ignacia. La empresa fundamenta esa decisión tomando diversas variables como el KPI de la empresa, la inversión histórica en marketing y variables externas, para luego armar un modelo utilizando estadística bayesiana y técnicas de machine learning.
María Ignacia agrega que toda esa labor se canaliza “en una aplicación web que crea la empresa y donde los gerentes de marketing pueden realizar simulaciones y de cierta manera decir ‘Si yo decido invertir esta cantidad X en estos medios, en estos meses hacia el futuro, ¿cuánto más o menos estaría ganando en ese futuro?’”. En ese proceso de desarrollo, explica, se aplican muchas técnicas y conceptos matemáticos que la siguen desafiando día a día: “Trabajo con muchos ingenieros matemáticos con mucha experiencia y entre todos colaboramos para resolver este gran problema”.
El potencial de la ingeniería matemática
Actualmente, María Ignacia afirma que seguir algún postgrado como un doctorado no está entre sus metas inmediatas, aunque no lo descarta totalmente. “Lo que me pasa es que para hacer un doctorado probablemente tendría que encontrar un problema que me interese resolver con muchas ganas, una motivación que se traduzca en un problema teórico que pueda ser implementado computacionalmente en el mundo real ”. Lo que sí tiene claro es el amplio espectro del potencial que hoy tiene la ingeniería matemática.
“Tal vez terminar un banco es como la opción por defecto si no buscas nada, porque después de todo en los bancos se resuelven problemas súper grandes. Pero hay otras cosas y la faceta interdisciplinaria que tiene la carrera es súper fuerte porque, en realidad, las matemáticas están en todos lados. Entonces es una especialidad que tiene un alto potencial para entregarte un gran set de herramientas para que al final puedas meterte donde tú quieras”, señala María Ignacia. Por ejemplo, agrega, “si te vas a insertar en algo más relacionado con biotecnología, puedes aprender algo más relacionado con esa área para interiorizarte de mejor manera, pero la caja de herramientas que portas ya es súper sólida. La carrera te enseña todos los teoremas que necesitas para justificar una solución matemática y posteriormente implementarla computacionalmente, por ejemplo”.
En ese sentido, María Ignacia señala que desde ese punto de vista lo único que le faltaría al portador o portadora de un título en ingeniería matemática es “poner un poquito nomás de su parte para aprender en particular de ese tema que le interesa, porque ya va a tener harto camino avanzado. Creo que el gran potencial de la ingeniería matemática es que te permite adaptarte a cualquier cosa”.