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Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional

Facultad de Matemáticas - Escuela de Ingeniería

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Vicente Opazo, estudiante del Major de Ingeniería Matemática, integra el equipo Bella y Sensual junto a Martin Andrighetti e Ignacio Muñoz. El grupo ya clasificó a la final mundial del prestigioso Concurso Internacional de Programación Universitaria (ICPC) y hace poco alcanzó el cuarto puesto global en la maratón IEEEXtreme. En esta entrevista, Vicente explica los desafíos que enfrentan al competir, cómo se entrenan y qué lo llevó al mundo de las matemáticas y la computación. 

Bella y Sensual es el título de uno de los múltiples éxitos del reggaetón. Parte de la letra del tema, lanzado en 2017, alude a distintos rasgos de los tres cantantes que lo protagonizan: Romeo Santos, Daddy Yankee y Nicky Jam. Una fórmula que no sólo cautivó a los fans de estos artistas, sino que también inspiró a un equipo de estudiantes de la UC que lleva por nombre el título del single y que está dando que hablar en distintos torneos de programación.

“El nombre se me ocurrió a mí”, dice entre risas Vicente Opazo, estudiante del Major en Ingeniería Matemática -programa a cargo del Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional (IMC)- e integrante del team Bella y Sensual junto a Martin Andrighetti (Ingeniería Civil, Major en Computación y Sistemas de Información, Track Computación) e Ignacio Muñoz (Ingeniería Civil, Major en Ingeniería de Software).“La canción nombra a los tres artistas que participan en la canción y describe sus personalidades, las que de cierta manera coincidían con las nuestras. Entonces me dije ‘Está entretenido el nombre’, aunque igual resulta curioso para mucha gente. Recuerdo una competencia en la que nos repartieron colaciones y alguien dijo con asombro ‘¿Ustedes son los Bella y Sensual?’”.

Estos tres alumnos se han llenado de elogios y triunfos en los últimos meses: no sólo clasificaron a la fase mundial del Concurso Internacional de Programación Universitaria (ICPC), la competencia más grande y antigua de su tipo y cuya final -suspendida momentáneamente debido a la crisis política en Medio Oriente- se iba a realizar este mes en Egipto. Además, hace algunos días el mismo equipo accedió con el primer lugar nacional a la final latinoamericana de la próxima versión del ICPC, que se hará en 2024 en Guadalajara (México) y da cupos para la final global que se celebrará en Kazajistán. Pero eso no es todo, ya que recientemente Bella y Sensual también se impuso a nivel local en IEEEXtreme, una maratón de programación de 24 horas organizada a nivel mundial por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE). En el ranking global del torneo, el team quedó en el cuarto lugar y logró el mejor resultado que ha tenido Chile en la historia de la competencia.

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Vicente Opazo, estudiante del Major en Ingeniería Matemática.

“Hace unos años, el Departamento de Ciencia de la Computación (DCC) se planteó darle un apoyo más formal a los equipos que se presentan al ICPC. Así, a fines de 2019 nació la selección de programación competitiva de la UC. Tras los buenos resultados de 2020, el DCC se dio cuenta que el respaldo estaba dando frutos. En nuestro caso, en la primera final regional a la que fuimos no nos fue tan bien, pero en la siguiente nos motivamos mucho para practicar. Además, Martín e Ignacio son top”, cuenta Vicente. El estudiante agrega que desde un comienzo tuvieron muy buena química: “Quizás alguien pudiera pensar que no tenemos muchas habilidades comunicativas o para trabajar en equipo, pero funcionamos súper bien. Los roles que demanda la dinámica del ICPC calzan justo con nuestros perfiles académicos y los tres nos motivamos harto. Tanto Martin como Ignacio siempre tienen ideas interesantes y cuando discutimos los problemas a resolver se aprende mucho”.

Vicente recuerda un detalle muy especial que se remonta a cuando él cursaba la enseñanza media en Temuco. “Un día vi una noticia sobre unos chicos que iban a representar a Chile en la Olimpiada Internacional de Informática en Japón. Me dije ‘Qué interesante…voy a ver de qué se trata todo esto’. Investigué un poco y ese año me propuse participar en la Olimpiada Chilena de Informática, que clasifica al torneo internacional. El dato curioso es que unos de los niños que iba a esa competencia en Japón era Ignacio, quien hoy es mi compañero de equipo en Bella y Sensual”.

Del sur al mundo

Si bien el hermano mayor de Vicente estudió ingeniería electrónica, en su familia no había una gran cercanía con las matemáticas. “Cuando partí en esto de las matemáticas, mi papá trabajaba en una frutería y ahora se desempeña en la construcción. Mi mamá es secretaria. Obviamente, siempre se ponen contentos de que me vaya bien, aunque no entienden tanto de lo que hago. A veces piensan que lo que hago es medio cuadrado, pero en verdad hay que ser súper creativo”, reflexiona el estudiante.

Fue durante la enseñanza media cuando Vicente empezó a perfilarse hacia su actual rumbo académico. “Un día llegó el profesor de matemáticas y preguntó si alguien quería participar en la Olimpiada de Matemática. En esa época no estaba tan metido en los estudios, pero mi hermano mayor había participado y le había ido bien. Decidí probar suerte y quedé en cuarto lugar de la región, pero al otro año gané y en la nacional me fue bien”, recuerda.

La experiencia fue positiva porque los problemas a resolver eran distintos a los que veía día a día en su colegio: “En la Enseñanza Media te enseñan a sumar fracciones, todo es súper mecánico. Pero allá te plantean un problema que en teoría no se puede abordar de una sola manera y tienes que ingeniarte para resolverlo. Necesitas ideas y estudiar la estructura del problema. Eso me gustó”.

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Ignacio Muñoz, Martin Andrighetti y Vicente Opazo, los integrantes del equipo Bella y Sensual

Luego, durante su participación en la Olimpiada Chilena de Informática, Vicente también llegó a las etapas finales. En uno de los campamentos anexos al evento, agrega, había un “profesor bastante creativo que explicaba bien los problemas. Me quedé con una frase que dijo: ‘Yo aquí quiero que vengan a aprender a pensar’. Esa visión la encontré bastante interesante”. Precisamente, ese instructor estudiaba ingeniería matemática: “Me llamó mucho la atención su forma de ver el mundo. Aún estaba en la enseñanza media y me metí a internet a investigar sobre el área. Me di cuenta de que mezclaba matemáticas y también computación, que en ese momento me estaba gustando harto, y vi que quienes trabajaban en esa área podían resolver problemas de gran envergadura”.

En ese momento, Vicente se dio cuenta que esa combinación era lo que él buscaba. “Yo quería venir a aprender a pensar y así poder enfrentarme a cualquier problema. Siempre pongo como ejemplo que me gustaría logar algo cómo jugar bien al Monopoly y siento que lo que se aprende en la carrera me va a ayudar a eso. Puede parecer un problema banal, pero creo que es importante enfrentar las cosas del día a día de una forma creativa”, comenta.

Trabajo en equipo

Debido a su perfil, Vicente es precisamente quien se encarga de las labores más matemáticas durante las competencias a las que asiste el equipo. En el caso de los eventos ICPC, estos se basan en un set de problemas: “Los lees y después tienes que escribir un código que, dado un input que representa un problema, te devuelve un output. Después, subes ese código a una plataforma que te genera un mensaje de ‘accepted’, que significa que la solución está bien, ‘wrong answer’, que quiere decir que para un input el output fue incorrecto, o TLE, que quiere decir que tu programa es más lento de lo esperado, ya que te dan un tiempo límite de ejecución”, explica Vicente.

En cada competencia de este tipo, son cerca de 12 problemas a abordar en cinco horas usando un único computador. “Por eso pesa mucho la estrategia. Partimos repartiendo los problemas entre nosotros. Hay algunos muy comunes que tienen que ver por ejemplo con trabajar sobre grafos en problemas de optimización o estructuras de datos, pero hay otros menos comunes. Por ejemplo, del eje de geometría se encarga Martin e Ignacio ve strings, que son cadenas de caracteres, mientras que yo veo los problemas de matemáticas”, comenta Vicente. Además, añade, como hay un único computador “nos dividimos los tiempos en que cada uno programa. Ahí Martin es el que tiene más habilidades. Yo programo menos porque me cuesta más, pero estoy practicando”.

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Ignacio, Vicente y Martin en pleno trabajo durante una de las competencias.

Para alcanzar el nivel competitivo que hoy tiene el equipo, los estudiantes siguen un régimen constante de entrenamiento. “Se divide en dos partes, la individual y la grupal. En el primero, se espera que cada uno estudie algunos tópicos que pueden ser interesantes para la competencia. Por ejemplo, el otro día estaba aprendiendo de recurrencias lineales o de funciones generatrices, temas que podrían ser súper importantes con respecto al eje de matemáticas”. En el ámbito grupal, el equipo se junta una vez a la semana: “Simulamos una competencia, como una final del mundo de años anteriores o una clasificatoria europea o china, que pueden tener dificultades similares. Nos juntamos cinco horas, la simulamos y vemos cómo nos va. Después revisamos qué hicimos bien, qué hicimos mal y qué se puede mejorar”.

A la espera de que se defina una nueva fecha para la final mundial del ICPC en Egipto y mientras se preparan para la final latinoamericana en México, Vicente ya traza líneas para su futuro. “De momento me gustaría dedicarme a la academia, porque al interactuar con los profesores de computación e ingeniería matemática de la universidad veo que son felices con lo que hacen. Es una muy buena opción para mí”. En esa línea, el estudiante agrega que las áreas que le llaman la atención son la “lógica para ciencia de la computación y, obviamente, el diseño de análisis de algoritmos y los algoritmos combinatoriales”, asegura.